Cuando compramos un champú, hay que fijarse en si contiene sulfatos. Hace tiempo que venimos oyendo hablar de ellos: se trata de unos activos de acción limpiadora que sirven para producir espuma y “cortar” la grasa. En España tenemos la costumbre de usarlos habitualmente. Y si un champú no hace espuma, pensamos que no limpia. Es un error, en realidad no tiene nada que ver.

Es verdad que no son tóxicos ni peligrosos, pero la acción limpiadora de los sulfatos es muy fuerte y dejan reseco el cabello y el cuero cabelludo, porque también elimina sus aceites naturales. Por eso, a veces después de usar el champú, notamos el pelo estropajoso y seco.

Hay muchas marcas que cuentan con champús naturales, porque al final, la cosmética sin artificios es la mejor. ¿Y cómo limpian estos champús? Contienen otros agentes detergentes que son más naturales y más delicados, suaves y ligeros, aunque hagan menos espuma. Eso sí, suelen resultar algo más caros.

Un champú sin sulfatos irrita menos el cuero cabelludo y mantiene a raya la caspa y el picor; está más manejable, mantiene la humedad de la fibra y además, también el color, así que si llevas tinte, te durará más. Y al final, incluso gastarás menos dinero, porque irás menos veces a retocar la coloración. Si tienes rizos, ni te contamos: los sulfatos son sus peores enemigos, porque al resecar la fibra, no mantienen la ondulación ni permiten que esté moldeable. También estarás protegiendo el medio ambiente, porque estos productos son mucho menos tóxicos para la naturaleza que los aditivos químicos. ¿Necesitas más razones para librarte de los sulfatos?